jueves, 11 de marzo de 2010

En el salón de clases










Ahora doy clases y de vez en cuando reprendo a los estudiantes distraídos. Pero si su distracción es el dibujo, no puedo sino sentir alguna curiosidad por mirar lo que hacían. Yo dibujaba mucho durante las clases y, aunque mis profesores no lo creyeran, atendía sus palabras concentradamente mientras trazaba. El problema era la dificultad para contestar si me cuestionaban, porque uno tarda un poco en sintonizar el lenguaje verbal propio al interrumpir el dibujo. Insisto, mientras se dibuja se escucha, pero no se habla.

A muchos de mis amigos los dibujé antes de conocerlos. Hoy, años después, encuentro estos dibujos, reconozco los rostros, las siluetas, las espaldas, y me pregunto por ellos.

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